Los alimentos procesados están diseñados científicamente para ser irresistibles. Son muy apetecibles, fáciles de consumir en exceso, gratifican de inmediato y, además, suelen ser económicos.
Este hecho dificulta en muchas personas poder controlar su ansiedad por comer y su alimentación en general. Son muchas las situaciones cotidianas en las que se consumen determinados productos con desenfreno y de forma compulsiva. Sirva como ejemplo el caso de las patatas fritas o el helado. A pesar de tener el firme propósito de comer tan solo unas pocas patatas o cucharadas de helado, a menudo ocurre que se acaba comiendo toda la bolsa y toda la tarrina. Según el Centro Integral de Nutrición Islas Baleares, clínica de Nutrición en Palma, este tipo de comportamiento tiene su explicación.