La obesidad es una enfermedad multifactorial que se presenta como un síndrome conformado por diversos factores etiopatogénicos e individuales que incluyen la herencia genética, el sedentarismo, la sobrealimentación y las disfunciones metabólicas. Hasta hace poco tiempo no se han tenido en cuenta los aspectos psicosociales que concurren en los pacientes con exceso de peso. Actualmente la valoración psicológica, aunque no bien reconocida como parte del tratamiento, la consideramos un pilar fundamental en el enfoque terapéutico de la obesidad.
Bajo este enfoque de los factores causales asociados al sobrepeso y la obesidad, estan reconocidos la ingesta excesiva de alimentos y los patrones de vida sedentarios, por ello el tratamiento de la obesidad se ha basado y se basa en dos pilares fundamentales: el control del consumo de calorías mediante diferentes planes de alimentación y restricciones dietéticas y, el aumento del gasto energético con la incentivación de la actividad física, en muchas ocasiones limitada por las lesiones articulares provocadas por el exceso de peso, los hábitos adquiridos.
Básicamente, cuando se plantea un tratamiento en el obeso, el criterio de éxito terapéutico viene definido por la reducción de peso como producto final, sin tener en cuenta que éste no suele ser mantenido en el tiempo sin la modificación de hábitos alimentarios adquiridos a lo largo de toda la vida. Probablemente los objetivos terapéuticos deben tener una mayor amplitud de miras y, para ser completos junto a esta disminución de peso deben incluir, acciones para conseguir un cambio en los hábitos de alimentación, instrucciones precisas para permitir cambios en el estilo de vida disminuyendo el sedentarismo con aumento del ejercicio adaptados a las características individuales del obeso, junto con la concienciación de estar frente a una enfermedad crónica para que ésta conduzca a evitar las recaídas, tan frecuentes en este proceso, pero que no significan obligatoriamente un fracaso absoluto, ya que pequeños logros contribuirán a la mejora en la calidad de vida.
La eficacia sobre el control de peso de la dieta hipocalórica y el ejercicio a lo largo de uno, tres o cinco años, no supera el 10%. Casi 90 % recupera el peso con el que habían comenzado el tratamiento, con el agravante de que muchos lo superan. La razón de estos resultados es la falta de consideración de los aspectos psicológicos y familiares como parte del papel decisivo en la producción y mantenimiento de la obesidad. El abordaje y tratamiento de las características psicológicas es de fundamental importancia, pues de lo contrario el paciente no es capaz de comprometerse adecuadamente con el tratamiento y en general tiene mayor dificultad para bajar de peso y/o mantenerlo y por tanto existe la tendencia a la recaída o incluso a la aparición del efecto rebote.
Nunca se ha demostrado un trastorno específico en la personalidad del obeso, estos sufren, con gran frecuencia se han mencionado, diversos trastornos psicológicos que pueden estar tener relación en su desarrollo o ser consecuencia de la obesidad que se padece dado que ésta se halla asociada con problemas específicos que afectan la calidad de vida. Las personas con exceso de peso viven actualmente en una sociedad que estigmatiza al obeso, que tiene consecuencias en la autoestima, alteración de las relaciones interpersonales y, menos posibilidades de acceso a los mejores trabajos.
Aunque sólo se tuvieran en cuenta las consecuencias del seguimiento mantenido de dietas estrictas, acompañadas de sentimientos o síntomas de depresión, ansiedad, nerviosismo, debilidad o irritabilidad por recuperación de peso (efecto yo – yo), que hace que en muchas ocasiones se les vea como culpables y criticados por su fracaso deberán contemplarse los factores psicológicos como claves, en el tratamiento del paciente obeso.
Bibliografia:
Leite Faria S, Pereira Faria O, Carvalho Lopes T, Vieira Galvão M, Oliveira Kelly E, Kiyomi Ito M. Relation Between Carbohydrate Intake and Weight Loss After Bariatric Surgery. Obes Surg. 2009;19:708-16
