La obesidad es una enfermedad influenciada fundamentalmente por múltiples factores ambientales entre ellos los hábitos alimentarios. En obesidad se estima que existe una sobreingesta dietética en términos de volumen, composición calórica y calidad de la dieta.
Habitualmente las personas con antecedentes de sobrepeso u obesidad infantil refieren unos hábitos alimentarios en la edad adulta similares a los adquiridos en la infancia.
La obesidad es una enfermedad influenciada fundamentalmente por múltiples factores ambientales entre ellos los hábitos alimentarios.
Definimos “hábitos alimenticios” cómo el modo que come una persona de forma repetida, e incluye los tipos de alimentos que se consumen, sus cantidades y el momento del consumo. Por otro lado, las “conductas alimentarias” han sido consideradas como un conjunto de acciones que van desde una simple masticación de alimentos hasta la compra y la preparación de alimentos. Finalmente, los "patrones alimentarios" se refieren a la cantidad, calidad y variedad de alimentos y bebidas consumidos, así como a la frecuencia con la que se consumen habitualmente.
Como hemos comentado, en obesidad se estima que existe una sobreingesta dietética en términos de volumen, composición calórica y calidad de la dieta que en muchas ocasiones no es reconocida al formar parte de la normalidad en la conducta de la persona. Habitualmente las personas que tienen antecedentes de sobrepeso u obesidad infantil refieren unos hábitos alimentarios en la edad adulta similares a los adquiridos en la infancia.
Teniendo en cuenta que la nutrición es el principal elemento de interacción entre padres e hijos, entendemos que los patrones dietéticos de los padres influyen en la forma en que un niño piensa sobre la comida y, en consecuencia, define sus preferencias alimentarias y su comportamiento alimentario futuro.
La comida en familia, en la infancia, es el principal evento social. La comida con los padres, único modelo accesible en la infancia tendría impacto en el comportamiento. En consecuencia, los hábitos alimentarios adquiridos en edades tempranas tienen influencia familiar.
Compartir las comidas con los niños, desayunar juntos con regularidad y alentar a los niños a comer refrigerios saludables con restricciones moderadas podría redundar en un beneficio positivo en los hábitos alimentarios de los niños.
Hay informes del efecto de los hábitos alimenticios de los padres en los comportamientos alimentarios de los niños y existe evidencia sobre el efecto directo de los padres en los hábitos alimenticios de sus hijos, por tanto, las conductas de alimentación de los progenitores deberían ser considerada como un elemento más en la prevención de la obesidad infantil.
Desde el Centro Integral de Nutrición de las Islas Baleares, promovemos que el especialista en dietética y nutrición realice una valoración completa de los hábitos dietéticos del niño, para promover un cambio de alimentación con la implicación familiar y así obtener una pérdida de peso basada en el cambio del nucleo familiar.