Cuando operamos a una persona por obesidad es porque ha decidido dar el paso definitivo que le conducirá a un cambio drástico en su vida. Esta decisión no es fácil y en ocasiones no cuenta con el respaldo de sus familiares y conocidos, porque desconocen cual es el mejor tratamiento en la obesidad cuando no se ha podido conseguir reducción de peso con dietas u otros procedimientos no invasivos.
La cirugía junto al cambio de hábitos son reconocidas actualmente por las sociedades científicas como la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad y la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad como la mejor asociación de tratamiento para la pérdida de peso sostenida y mantenida en el tiempo, evitando los efectos de rebotes posteriores.
En pocas ocasiones la persona obesa tiene consejos por parte de su entorno de como alcanzar la solución de la obesidad en forma de recomendación activa y, en el peor de los casos, se llega a incitarla a que sirva de compañia en comidas o cenas, al ser excelentes comedores. Lo habitual es que sea uno mismo el que se decide a dar el paso y tomar la iniciativa, en ocasiones con la reticencia por parte de familiares o amigos.
Nadie puede pensar que elegir la cirugía es una falta de voluntad de la persona obesa ni la elección “de una opción más fácil”. La situación extrema y sin salida en la obesidad obliga a estas decisiones que nunca son fáciles, teniendo en cuenta que existe en la sociedad la falsa creencia de que esta alternativa es arriesgada, por ello de algún modo esta decisión se toma a espaldas de la familia.
De ahí deriva una presión elevada del entorno, para conseguir los resultados de pérdida de peso “si o si”, y provoca la falta de satisfacción o inseguridad por los resultados conseguidos, que nunca parecen suficientes. Profundizando en un deterioro de la autoestima, en ocasiones ya mermada.
Después una cirugía de reducción de estómago, se da la paradoja de terner "un estómago de persona delgada en una cabeza de obesa".
Los cambios son muy evidentes en el aspecto físico y fácilmente apreciables por todos. De ahí que muchas personas están orgullosas de lo que consiguen y lo hacen público con sus fotos del antes y el después de la cirugía.
Sin embargo los cambios psíquicos que debe hacer una persona operada, no suelen ser tan bien entendidos por su entorno.
Esto provoca interpelaciones constantes sobre la cantidad de comida que consume. Acostumbrados a asociar una ingesta de alimentos muy elevada hasta la intervención, no se entiende que de una semana para otra, el consumo de alimentos tenga un recorte tan drástico pasando a comer en platos de postre. Se ofrece comida continuamente, lo que obliga a esta persona a reafirmarse continuamente en el cambio de su estilo de vida deseado, y debiendo justificarse continuamente por la escasa cantidad de comida que se toma, incluso sembrando el temor de "demasiada perdida de peso" por parte de los pacientes.
En los casos de comidas publicas, se hace necesitario excusarse o incluso inventarse dolencias digestivas que justifiquen este escaso consumo, para salir de una situación que puede ser incomoda. Ir a un restaurante con la familia o amigos muchas veces se convierte en un problema. El ¿no le ha gustado? ¿Ya no comes mas? Esta en el orden del día, por no hablar de la dificultad para elegir un plato saludable o diría mejor digerible, en el caso de un paciente operado. En fechas especiales como estas de las navidades que se aproximan, hay convocadas las habituales comidas de empresa es cuando existe verdadero temor a enfrentarse a estos eventos por el tercer grado de preguntas al que son sometidos.
Hay personas que por razones particulares no quieren dar a conocer las razones de su pérdida de peso y, esta actitud hace especialmente complicada la explicación del cambio de hábitos y la escasa comida que se toma. El elevado número de preguntas a las que se ven sometidos es constante.
El amor materno puede ser, también un obstáculo, y suele estar relacionados con aspectos culturales fruto de vivencias anteriores.
En muchas ocasiones se interpreta el sobrepeso como una condición saludable siendo difícil de entender que este exceso de peso en realidad es todo lo contrario. La dificultad de una madre para asumir comidas muy reducidas del ser querido, es difícil. Ello se agudiza cuando se alcanzan determinadas cifras de pérdida de peso, por el temor a la aparición del fantasma de las enfermedades debido a la falta de ingesta. Se obliga una vez más a la persona a tenga que reivindicar continuamente su mejoría en su calidad de vida y la recuperación de su estado físico gracias a la pérdida de peso.
El exceso de amor de familiares y conocidos puede ser también agobiante!